Cada día
es un tormento
y una apología
a la subsistencia.
Era un
viernes cualquiera, como muchos
que han pasado
por mi enlutada existencia.
Era un
viernes cualquiera, donde hable
sin decir nada, donde
dije mucho y
callé algo.
Era un
viernes cualquiera, donde nos
juramos por enésima vez
amor eterno y donde nos despedíamos
sin
tener que hacerlo.
Cada día
es un tormento
y una apología
a la subsistencia.
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