La maltratada misiva solo testificaba mi culpa.
Unas líneas donde las palabras correteaban sin sentido, aspirando merecer lo que la cognición había negado.
Unas líneas anónimas que trataban de creer, evocando una mentira.
Junto a la ventana, veía pasar al verdugo, y no opuse resistencia. Lo había dicho todo, y terminé sin decir nada.
La maltratada misiva solo testificaba mi culpa.
Amar.