viernes, 9 de diciembre de 2011

Eternamente enamorado

He  ido  a  tu  encuentro, porque  el amor  me  lo  exigía.
Tu  escultural  morada  sucumbía  ante  la  deidad  que  esta  cobijaba  y, cuando  la  brisa  delato  el  atardecer, presuroso  corrí  a  tu  encuentro.
Estupefacto  desvíe  la  mirada, atónito  e  incrédulo  derrumbé  mi  pensamiento  hecho  palabra. Simplemente  no  pude.
Al  derretirse  mis  ojos, opté  por  lo  que  siempre  hice, huir.
Lacayo  del  llanto, solo  el  sepulturero  se  dignó  a  despedirse.
He  ido  a  tu  encuentro,  porque  el  amor  me  lo  exigía.


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