Tu aprensiva mirada, llena de ternura, usurpó el gélido latir de un desconsolado.
Insaciables y pesimistas intenciones. No deseo amarte, pero ya el remordimiento me tiene en cautiverio.
Amedrentado elegí la distancia – era muy tarde – ya te amaba.
¿Suicidio? Hasta la muerte es insuficiente.