Altiva, seño fruncido. Tus nervios eran notorios. Te dices señora, pero primero fuiste mujer.
Esquivas la mirada, ponzoñosa. Eres presa de la lujuria. Te dices señora, pero primero fuiste mujer.
Tu voz entrecortada te condena. Tu rostro desencajado te delata. Eres mujer y ahora te dices señora.